viernes, 21 de enero de 2011

Detective 05

Cinco días pasaron después del tercer asesinato. Las pruebas no habían arrojado nada sobresaliente sobre el caso. Los vecinos del lugar al parecer no escucharon nada y se enteraron hasta que la policía llegó al lugar. Tenían tres sospechosos a los cuales pertenecían las huellas encontradas, el novio, el hermano y una amiga de la víctima. Todos con coartadas firmes, con testigos que podían corroborar que se encontraban en otro lugar cuando el asesinato se había llevado a cabo. Los restos de sangre encontrados en el piso en efecto provenía de las heridas en las plantas de los pies, al pisar los vidrios del vaso roto.

Todo seguía incierto, no tenían nada. Bruno dedicaba horas y horas a revisar evidencia, si es que a lo que tenían de los tres asesinatos se le podía llamar así. Prácticamente ya vivía en la comandancia de policía de donde sólo salía a veces para comer algo. Seguía con la idea de que algo se les estaba pasando. Pero día a día terminaba igual q al principio, en un callejón sin salida.

-¿Ya fuiste a comer algo?

-No señor, aún no me ha dado hambre.

-Por favor Bruno, no has comido nada desde la mañana y ya van a dar las diez de la noche. Nada mas mírate tienes una cara de cansancio que no puedes con ella.

-Me siento bien jefe, y en verdad no tengo hambre.

-No necesito un detective enfermo en estos momentos. Deja ahí y vete a tu casa. Come algo y descansa.

-No en verdad estoy bien.

-Ok por lo menos, hazme un favor vete a dar una vuelta, despéjate. En verdad que ya me cansé de verte aquí cuando llego y cuando me voy. No eres tan carismático Bruno, también se aburre uno de verte a diario.

Después de un fuerte suspiro Bruno se levantó, se puso su sudadera y se encaminó a la salida.

-Tienes razón jefe. Necesito un poco d aire, no estoy logrando nada aquí sentado. Iré por un café y me lo tomaré en el camino. ¿Quieres que te traiga algo?

-No, estoy bien gracias. Tómate tu tiempo por favor.

-Eso haré.

Cabizbajo y con paso lento Bruno salió de la comisaría y caminó hasta una pequeña cafetería ubicada en el centro de la ciudad, como a seis cuadras de la comisaría. Era el lugar por excelencia en la ciudad, el mejor café, las mejores galletas y el mejor pay, los encontrabas ahí. Personas de todos la ciudad iban al centro solamente para poder degustar el delicioso pay y una calientita taza de su café. La cafetería se encontraba en la parte baja de un edificio de departamentos. La decoración muy rústica hacía sentir que al entrar se estaba viajando en el tiempo. El espacio no era muy amplio, de hecho la cafetería contaba con tan sólo 4 mesitas con 3 sillas cada una y un sofá en un rincón. La parte exterior no contaba con mesas ya que lo estrecho de la banqueta no permitía el poder colocarlas.

La mayoría de las personas que visitaban el lugar optaban por comprar para llevar y cruzar la avenida hacia el parque que se encontraba enfrente. El cual contrastaba por completo en tamaño con la cafetería. Era un parque enorme, repleto de árboles grandes y frondosos, arbustos casi todo el año floreados y pasto tan verde que parecía extraído del mejor campo de golf del planeta. En el día era difícil encontrar en aquel lugar un espacio sin sombra y de noche la espectacular iluminación con que contaba en todas partes no permitía lugares oscuros. El parque estaba circundado por un camino de tierra que las personas utilizaban como pista de entrenamiento para correr, a su vez había múltiples caminos q cruzaban d un extremo a otro haciendo las mas diversas formas, ninguno era recto, todos hacían curvas una y otra vez en el interior del parque antes de terminar en el otro extremo. Y entre los múltiples caminos, amplios espacios empastados y llenos de árboles.

Bruno salió de la cafetería con su cappuccino recién hechecito y una bolsa de papel con galletas con chispas de chocolate. Cruzó la avenida y se dirigió a la primera banca libre q encontró en el parque. Se preguntaba hace cuanto que no se había dado un momento así de tranquilidad y paz. Un instante para él mismo, en el que simplemente no hiciera nada. En el cual dejar de pensar todo lo que lo tenía tan tenso y se dedicara solo a ver pasar el tiempo. Abruptamente sus pensamientos fueron interrumpidos con una pregunta.

-¿Me puedo sentar?

Bruno levantó la mirada, asintió con la cabeza y se recorrió al lado derecho de la banca. Volvió a mirar hacia la nada mientras le daba otro sorbo a su café.

-¿Quiere una galleta?- Preguntó sin voltear a ver a su acompañante, sólo estirando la bolsa con las galletas en su dirección.

-No gracias, demasiada azúcar. Ya sabe la dieta no lo permite.

Bruno siguió comiendo galletas y tomando su café. Con la mirada fija, en los árboles, en el pasto, en la gente que se divertía en aquel parque. Ignorando totalmente a la persona q lo acompañaba en la banca. Después de comer su última galleta, dio un fuerte suspiro y se volteo en dirección a su acompañante.

-¿Me va a reclamar por haberme escapado de usted aquel día?, ¿O viene a sacarme información confidencial?

-¿Tan insensible y fría me considera detective? Sé que lo he estado presionando últimamente, y sé que puedo llegar a ser molesta y muy insistente cuando hago mi trabajo. Pero esto es más que trabajo, nunca antes habíamos tenido una situación así en la ciudad. Me preocupa… - Julieta hizo una pausa para respirar, su rostro tomó un gesto de tristeza. lanzó un fuerte suspiró y continuó- …no sólo como reportera, sino como persona también. Tengo amigas, familiares, conocidas de la edad y las características de las tres mujeres muertas. Incluso yo misma, la mujer que fue asesinada hace unos días sólo era dos años menor que yo, vivía sola al igual que yo.  Me preocupa mi propia seguridad. Así que le pido una disculpa si lo molesto, pero esto ya es personal.

-Sí la comprendo, y en verdad me es difícil no poder decir más de lo que ya saben. Pero comprometería el caso.

-Está bien, de todos modos no vine a interrogarlo. Sólo pasé por un café y un poco de aire fresco. Lo vi aquí sentado y se me ocurrió que tal vez querría un poco de compañía, pero si le molesto puedo buscar otra banca.

-No, claro que no me molesta. Discúlpeme.

-Esta bien, creo q todos estamos algo alterados por los sucesos.

Bruno tomó el último trago de su café y se levantó a dejar el vaso y la bolsa de las galletas en el bote de basura. Volvió a sentarse y cruzó los brazos.

-Creo q nunca me había tomado el tiempo de admirar este parque.

-Sí es hermoso. Me brinda tanta paz, me relaja.

-Lástima que sean tan cortos estos momentos -Bruno se levantó y mientras se estiraba dijo- debo regresar a la oficina.

-¿Ahorita?, ¿ya es algo tarde no cree?

-Solamente salí por algo de comer y tengo que regresar a seguir trabajando.

-Café y galletas no es comida señor detective. Mire qué le parece sí vamos a cenar algo, conozco un restaurante italiano a unas cuadras d aquí que hacen el mejor espagueti a la boloñesa que jamás haya probado. 

-¿Y su dieta? No además, todavía tengo varias cosas q hacer.

-Olvídese de mi dieta- Julieta sujetó por el brazo a Bruno y lo empezó a encaminar en dirección del restaurante- Además no queremos que se nos vaya a enfermar ¿verdad?

-Está bien pero comemos rápido, porque en serio tengo q volver a la oficina a terminar algo.

-No se preocupe, confíe en mi- Julieta le sonrió cálidamente mientras le guiñaba un ojo. Un escalofrío recorrió a Bruno quien sin resistirse más se dejó llevar por la hermosa mujer.

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