miércoles, 12 de enero de 2011

Detective 03

La escena del crimen ya se encontraba acordonada y vigilada por la policía. La calle estaba abarrotada de gente que intentaba enterarse de lo que había sucedido. La única variante, esta vez había más medios de comunicación, no sólo la televisora local se encontraba en el lugar, sino que había ya reporteros de las televisoras nacionales haciendo entrevistas intentando colarse a la casa de la víctima para poder obtener una buena toma de lo que estaba sucediendo. Los asesinatos se habían vuelto ya la noticia principal y al parecer todo el país tenía puesta la mira ya en la pequeña ciudad, esperando el desenlace de la sangrienta novela que se desarrollaba ahí.

Bruno se estacionó y se dirigía a la escena del crimen cuando, justo antes de cruzar la cinta policiaca que delimitaba la zona, fue interceptado por la mujer que podría considerar como su paparazzi personal. Julieta, la reportera del noticiero local, le había estado “acosando” desde el primer asesinato, interrogándolo sobre la investigación y lo que planeaban hacer al respecto para atrapar al culpable y evitar más asesinatos. El sólo hecho de pensar en ella lo estremecía, lo ponía nervioso. Se preguntaba cómo alguien podía formular tantas preguntas en tan poco tiempo. Le intrigaba el hecho de saber si las formulaba todas espontáneamente o las escribía en casa y se las aprendía de memoria.

De las pocas veces que había tenido la oportunidad de ver el noticiero y admirarla en la televisión se había hecho la imagen de mujer seria y de carácter fuerte. Tanto en televisión como en vivo la consideraba una mujer guapa sin llegar al extremo de artista de película, pero sí bastante atractiva. Lo que no había imaginado nunca era lo irritable que podría llegar a convertirse cuando estaba en busca de respuestas. Pero hasta cierto punto admiraba eso en ella y se decía a sí mismo que si el fuera la mitad de perseverante que aquella mujer tal vez este caso ya estaría resuelto.

-Detective Cruz, ¿me permite hacerle unas preguntas?

-Lo siento señorita, pero tengo algo de prisa.

-¿Ya tienen alguna pista del culpable?, ¿Hay algún plan para prevenir que haya más víctimas?, ¿Se puede considerar ya que se está lidiando con un asesino en serie?…

-Señorita, por favor déjeme hacer mi trabajo y tal vez saliendo pueda contestarle algunas preguntas.

-Está bien detective. Pase, aquí estaré cuando salga y no lo dejaré ir hasta q nos de respuestas. Necesitamos saber que está pasando.

-Gracias, con su permiso.

-Adelante detective.

-Señorita.

-¿Sí detective?

-¿Podría soltar la manga de mi chamarra? camino mejor cuando estoy libre.

-Ah sí, disculpe.

-No se preocupe.

Realmente lo ponía nervioso aquella mujer. Era como esa sensación de cuando te manda llamar la directora en la primaria, y que sin saber por qué te quiere ver, tienes en la mente esa idea de que saldrás regañado y castigado de su oficina.

Bruno cruzó la cinta mostrando su placa al oficial que la resguardaba y al llegar a la puerta de la casa volvió a voltear en dirección de Julieta. Ella no le quitaba la vista de encima. Bruno no supo descifrar lo que el gesto de ella indicaba, sería un reproche por permitir que el asesino siguiera suelto o sería una súplica para que lo antes posible resolviera el acertijo o tal vez sólo era que ella intentaba obtener información de sus ojos.

Se quedaron mirándose un par de segundos. Respiró profundamente y se internó en la casa.

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